Ermita de San Roque (1906). Imagen compartida por Historia de San Roque en imágenes.
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Ermita de San Roque (1906. Imagen compartida por Historia de San Roque en imágenes.
LA ERMITA DE SAN ROQUE
Fuente: Antonio Pérez Girón
¿Qué tenía el cerro de San Roque, que desde muchísimo tiempo atrás era un lugar de referencia de los gibraltareños?
Su venerada ermita dedicada al señor San Roque, el santo francés fallecido en 1327, y canonizado en 1584, que había dedicado su vida al cuidado de los afectados por las epidemias de peste, no sólo era objeto del recogimiento religioso, también lo era de romerías y otros actos festivos.
En la celebración del Sábado de Gloria, después de los oficios en el templo, los vecinos ataban un toro a un árbol, a veces dos astados, utilizando largas cuerdas, divirtiéndose con ellos. Ocurría también con motivo de la romería del 16 de agosto, la festividad del santo.
En este juego, encuentran algunos autores el origen en la localidad sanroqueña, del festejo conocido como Toro del Aguardiente, que actualmente tiene lugar durante la Feria Real. No resulta extraño que, fuera en torno a esa querida ermita, donde se estableciera la mayor parte de los residentes en el Peñón tras producirse la ocupación inglesa de la ciudad, dando lugar al actual San Roque, en cuyo lema reza «donde reside la de Gibraltar».
Aquella ermita daría paso a la actual parroquia de Santa María la Coronada, manteniendo el mismo nombre que la catedral de Gibraltar. En 1735 se comenzó la construcción de la capilla mayor, aunque en 1747 todavía no se había demolido la totalidad de la ermita.
Pero el pueblo sanroqueño, heredero del de Gibraltar, estaba llamado a contar con un templo dedicado a su patrón. Y fue una nueva desgracia en forma de enfermedad. En septiembre de 1800, la ciudad imploraba el beneficio divino para quedar inmune de la epidemia de fiebre amarilla que afectaba a muchos pueblos.
Se hicieron misas y procesiones, y nuevamente esa fama de pueblo sano volvió a ponerse de manifiesto. En agradecimiento el Consistorio mandó construir la nueva ermita dedicada al venerado santo. La obra se inició el día 9 de octubre de 1801, siendo su maestro albañil, Sebastián Moreno.
Las poblaciones vecinas se veían afectadas por las distintas epidemias y San Roque seguía siendo una isla. Desde que en el siglo XVI alguien decidiera la construcción de la ermita en este lugar estaba pensando en salud. Bien que lo sabía el duque de Kent, cuando traía hasta la ciudad a su amada, madame de Saint Laurent, lejos del foco febril que entonces existía en Gibraltar.
En el siglo XIX, las siete epidemias que afectaron a las poblaciones de Cádiz, no tuvieron incidencia en San Roque. El primer cronista sanroqueño Lorenzo Valverde, en su «saludable descripción» de la ciudad en 1849, afirma que «su temperamento es de los más sano, porque se respiran y aspiran aires saludables, y porque en sus cercanías no hay lagunas ni aguas encharcadas ni corrompidas que crían insectos perjudiciales (…) Aquí vemos a varios ancianos, de uno y otro sexo, llegar a una edad de 80, 90 y aún 100 años, con sus sentidos completos y una firme agilidad. Las enfermedades más comunes que padecen son tabardillo y algunas calenturas tenaces e intermitentes». El tabardillo es un término en desuso con el que se conocía el tifus exantemático.
También tendría que ver el agua en tal aporte de salud. Ignacio López de Ayala escribía en su Historia de Gibraltar (1782): «Entre otras aguas hay una fuente en el término de Gibraltar que llaman de Miraflores, y está muy cerca de Carteia, a legua y media de la ciudad, que mana mucho agua, la cual hace digerir lo que se come con mucha brevedad, cura los enfermos del mal de orina, de ijada, de piedra, de hidropesía, de estreñidos, de ventosedades, y es la fuente del milagro».
El mismo Lorenzo Valverde hacía referencias a la calidad de las aguas, y al mencionar a la Sierra del Arca dice que, aunque no tiene manantiales copiosos, «hay bastantes fuentecillas de agua excelente; las más notables son las de los Names, la Doctora, la del Piojo, la del Sau y la del Palmito; pero la más superior es la que llaman El chorrillo del Arca, que además que es sabrosísima para beber, toca en medicinal, abre el apetito, y algunos creen que destruye la piedra de la vejiga». También menciona las fuentes María España, del Chorro y la Fuentecilla del Soldado.
Además los vientos de levante y poniente, la altitud de la ciudad con respecto al nivel del mar, el microclima especial… algunos de estos factores debían influir en ello.
Y a las explicaciones relacionadas con lo religioso y las condiciones naturales reseñadas, habría que unir, por qué no, la magnífica organización de la Junta de Sanidad, cuya rigurosa actuación causaba admiración en las poblaciones vecinas.
Hoy la ermita de San Roque, como ha venido ocurriendo a lo largo de su historia, supone un lugar muy querido por los sanroqueños. Y constituye todo un símbolo para la ciudad. Por citar una anécdota de este pequeño templo, que supo resistir a los avatares de la historia, incluido el saqueo por los franceses.